Lo primero es lo primero: voy a ser muy políticamente incorrecto. No tengo claro por qué es necesario decir esto, pero en esta generación de cristal en la que vivimos, donde todo molesta, prefiero avisar sin letra pequeña.

Meeples Keyboard1
Imagen propiedad de Jitterbug!

Llevo mucho tiempo en este mundo de los juegos de mesa. Empecé de niño y, ahora que peino canas, sigo enganchado al cartón, a la madera y al plástico que tantas horas de ilusión me han proporcionado.

Veréis, hay una curiosa teoría que dice que a partir de los 30 o 35 años ya no escuchamos música nueva. Nos limitamos a escuchar una y otra vez los mismos discos que ya tenemos y hemos escuchado infinidad de veces. ¿Es cierto? Pues no lo sé, la verdad. En mi caso sí que se cumple, ahora que lo pienso. Sea cierto o no, justo eso es lo que me está pasando con los juegos de mesa. Triste pero cierto.

Reconozco que hace mucho que no compro un juego nuevo, pero afortunadamente pertenezco a una asociación grande (de la que no diré el nombre, que no quiero que me echen) que tiene una ludoteca que crece incesantemente y tengo el privilegio de poder probar una cantidad ingente de juegos. Y no es que no quiera comprarlos. No. Es que no hay nada que merezca la pena. De nuevo, triste pero cierto.

Cada uno tiene sus gustos, claro. Y el mercado lo sabe. De un tiempo a esta parte aparecen toneladas de juegos de mesa -algunos dirán que es culpa de la pandemia, pero yo creo que ya venía de antes- pero cuanta más cantidad, menos calidad. Ya no me acuerdo cuando fue la última vez que un juego me emocionó. Ya no me acuerdo cuando fue la última vez que estuve esperando semanas a que estuviese disponible en mi tienda favorita. Ya no me acuerdo cuando fue la última vez que deseaba que pasase la semana para llegar al sábado y poder disfrutar de ese nuevo juego. Por tercera vez, triste pero cierto.

Vivimos en el momento de las grandes campañas de financiación colectiva. En el momento del juego del año de la semana -que la semana que viene se quedará en el ostracismo y nadie lo querrá ya- inalcanzable, ya que solo hay 10 copias en todo el país. Y sobre todo, vivimos en el momento del conformismo, del buenismo, del «todo vale» y de lo políticamente correcto. Mientras salen juegos y juegos que no son más que basura y basura, los Pachecos, Masivis, Unnas y demás grandes nombres del sector (que, ojo, vaya por delante, los respeto profundamente, no pretendo criticarlos) parece que tienen los labios atados y no pueden decir claramente: «ahorrad vuestro dinero, este juego no lo merece. Es una M-I-E-R-D-A«. Entiendo perfectamente que no puedan hacerlo, a fin de cuentas vivimos en un curioso país donde no se admite una mala crítica. Si criticas un producto mío, entonces no volverás a reseñar ninguno más. Fin de tu carrera. En vez de aceptar que no todo lo que hago es perfecto y aprender de las críticas, siempre que sean constructivas.

Pues a mi no me paga nadie. A mi no me calla nadie. ¿Sabéis por qué? Porque no le debo nada a nadie.

Sirva todo este rollo como declaración de intenciones. Cada lunes dejaré algunas líneas sobre éste o aquel juego y diré claramente lo que YO opino. Con todas las letras.

Porque estoy hasta los meeples.

Un comentario en “Estoy hasta los meeples

Deja un comentario